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Críticas de cine

‘Azor’, un thriller complejo e interesante

The New York Times la consideró una de las mejores películas de 2021

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2/5

Hay veces que es muy fácil valorar las cualidades de un film pero que a pesar de ello no nos encandile como debería. Hoy me toca deciros que es lo que me ha pasado con Azor, una película que The New York Times consideró una de las mejores películas de 2021, dirigida por Andreas Fontana. Una película de producción suiza localizada en Buenos Aires. En cualquier caso, podréis verla el día 22 en Filmin para poder emitir vuestro propio juicio.

Un guion con un ritmo propio

TRÁILER DE AZOR | VITRINE FILMS

Yvan De Wiel es el protagonista de “Azor” un banquero privado en asentado en Ginebra, que viaja a Argentina para sustituir a un socio que ha desaparecido de la noche a la mañana. Este misterio será uno de los pilares más relevantes de los 100 minutos que dura la película. En ese sentido, su estructura recuerda mucho a “Apocalypse Now”, de Francis Ford Coppola. Pero solo en esa estructura.

Yvan tendrá que ir reuniéndose con todos los clientes que su socio dejó atrás con su desaparición, mientras cada uno le da una versión diferente de los hechos. Ese toque detectivesco le da cierto grado de interés al libreto, pero en mi caso, se ha desinflado en los primeros minutos de metraje.

Ha sido muy difícil conectar con los personajes y con la trama, lo cual ha generado un gran desinterés en mí. Esto me ha ocurrido ya que en la presentación todo me ha resultado demasiado frío. El film se ha colocado a tanta distancia del conflicto que no he llegado a sentir ganas de conocer más sobre la situación. Es cierto que según avanzan los minutos, al menos vamos conociendo más cosas, pero no llega a despertar en mí grandes sensaciones.

Una atmósfera extraña y ambigua

Pero esa falta de interés en el futuro de los personajes, e incluso en la vida del predecesor de nuestro protagonista, no ha hecho que no valore la fotografía de “Azor”, ya que sabe muy bien como generar una atmosfera extraña e inquietante. A pesar de ser un mundo que en general nos coge muy lejos, conseguimos ver esas tensiones tan palpables en el ambiente. Gracias a los colores, a las sombras, respiramos la sensación que el protagonista tiene continuamente.

Todos los personajes que De Wiel se va encontrando tiene un aura malsana que funciona gracias a la manera en la que están narradas las escenas, y eso es un ejercicio de cinematografía muy relevante, y funciona a las mil maravillas. Y eso que las interpretaciones en algunos momentos no tienen todo el poder que deberían.

Una interpretación solida rodeada de algunas que flojean

Fabrizio Rongione es el encargado de insuflar vida al protagonista de “Azor”, y nos brinda un personaje creíble, cuya evolución acaba siendo el eje central del film. Y a pesar de que otros actores y actrices tienen también papeles destacables, como Stéphanie Cleau que hace de la mujer de Yvan, otros personajes no están a la altura.

Hay que tener en cuenta que se trata de una película con muchos secundarios, y no todos alcanzan el nivel de intensidad que la película les pide. Es más, la primera escena de la película no consigue introducirnos en la historia por este motivo. Hay algo en lo que escuchamos que nos choca. Pero al ser un desfile de personajes, no siempre nos damos cuenta de estas flaquezas.

Un contexto histórico más que relevante

En ‘Azor’ el contexto histórico tiene mucha relevancia: finales de la década de los 70 y principios de los 80, un momento de oscuridad donde hubo grandes desapariciones por todo el país. Los militares hicieron desaparecer a la gente que pensaba diferente tras el golpe de estado que azotó la vida de los argentinos. Otro de los aciertos del film es el retrato de la desconfianza de aquellos años, de las turbulentas historias que ocurrieron, y sobre todo, plasma muy bien lo que eso llegó a machar las formas de ser de los ciudadanos.

Igual que nos habla de este contexto que tampoco tenemos muy claro al inicio del film, nos dejan reflexionando durante los 100 minutos el significado del título. Nos van dejando distintas pistas en la película, hasta que un personaje verbaliza lo que significa en un dialecto suizo. Es satisfactorio, y nos da una pista de lo que puede ir pasando, mientras también sirve como metáfora de ese contexto histórico.

El subtexto como principal arma

En “Azor” no podemos quedarnos solo con las andanzas del protagonista para descubrir lo que le pasó a su compañero y recuperar a los clientes, tenemos que ir más allá, y mirar la información que Andreas Fontana nos va dando a través de su realización. Su concepto de realización lo tiene claro, y su mayor exponente está en el último episodio de la película. Sí, nos la presenta dividida en 5 capítulos. El último tiene un momento en el que entra en la luz para salir de la oscuridad. Toda la información está en ese detalle, más que en un personaje que nos suelta una retahíla de objetos en una lista que lee en voz alta. Todo es importante, pero en este caso, lo que vemos está por encima de los diálogos.

‘Azor’ no me ha llegado, pero es una buena película

Así es como he vivido “Azor”: he disfrutado de sus puntos fuertes, he captado sus metáforas y valorado su fotografía. El concepto de realización de su director está trabajado y me ha parecido osado y valiente (como la valentía que el protagonista tiene que buscar en el film). Pero no he sentido preocupación ni interés en la vida de sus personajes, ni me ha interesado su destino. Eso me ha dejado un poco frío, pero tal vez en ese descubrimiento ha estado la magia. En ningún momento he pensado que lo que estaba viendo era algo de baja calidad. La cinematografía funciona, pero el interés más allá de eso y del retrato de un contexto histórico concreto, no me ha llegado en ningún momento.

Desde pequeño llevaba las cintas de VHS al salón en vez de usar juguetes. Crecí viendo cine, estudié realización y guion. Comparto el cine, mi estilo de vida, en CasadoConElCine. Una película no acaba en la pantalla, continúa en la conversación que crea.

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