Claroscuro: conflicto racial sin raza

Tras una larga carrera delante de las cámaras, la londinense Rebecca Hall debuta en la dirección con Claroscuro (Passing). La película, rodada en blanco y negro, está basada en la novela del mismo nombre publicada en 1929 por Nella Larsen.

Rebecca Hall nos traslada a los Estados Unidos de principio del siglo XX para contarnos la historia de dos mujeres negras en una época de intensos conflictos raciales.

Claroscuro y la estética de los clásicos del cine

La novela original de Nella Larsen, Claroscuro, contaba la vida en Harlem en los años 20. La historia estaba influenciada por dos hecho importantes en la vida de la autora. Su origen mestizo y su contacto con personas de color que se hacían pasar por blancos. Esa suplantación racial, conocida como passing, se convirtió en una práctica común en la época.

Todo en la película de Rebecca Hall nos transporta a ese periodo. No solo en lo que cuenta y en el cuidado trabajo de ambientación sino en el propio aspecto formal de la cinta. La producción está grabada en blanco y negro, con una proporción de 4:3 y un piano que nos transporta a los orígenes del cine mudo, en el que un piano en directo ponía la banda sonora durante las proyecciones.

Elegancia sin alma

Las actuaciones de Claroscuro desbordan elegancia. Todos los gestos, movimientos y diálogos parecen gráciles y estudiados. En ocasiones, las actuaciones de Tessa Thompson (Creed) y Ruth Negga (Preacher) se acercan a lo teatral. Ambos personajes son amigas de la infancia que se encuentran años después. Una de ellas, está casada con un hombre blanco racista que desconoce que su mujer es, en realidad, negra.

Solo leyendo la premisa, uno esperaría una historia cargada de tensión y ese es el principal problema de la película. Carece de alma.

Quizá sea porque ninguna de las dos mujeres quiere tomar partido directo en lo que está sucediendo a su alrededor. A lo mejor es un efecto buscado pero a nosotros, ese caminar sobre huevos con miedo a romper la cáscara, nos parece una oportunidad desperdiciada. Es verdad que la película está basada en las experiencias personales de la escritora del material original. Ser fiel al texto que se versiona es, a la vez, un lastre que impide que Rebecca Hall explore otros lugares.

Los conflictos raciales de Claroscuro

El conflicto se presenta más abiertamente mediante la polarización de los maridos de las dos protagonistas. El de Claire, interpretado por Bill Camp (Joker), es un blanco supremacista que no duda en hablar mal de los negros a la menor ocasión. El de Irene, al que da vida André Holland (Moonlight), es un padre comprometido que comparte con sus hijos pequeños las atrocidades que se están cometiendo en nombre de la raza.

Cuando ambos personajes están en pantalla, el tema racial pasa a un primer plano. Cuando lo están ellas, su resignación se apodera de la historia.

Nuestra opinión

Desgraciadamente, Estados Unidos lleva lidiando con conflictos raciales desde sus orígenes. Hay infinidad de documentos cinematográficos, ya sea en ficción o en forma de documentales, que abordan ese tema.

En Claroscuro, Rebecca Hall pasa de puntillas por la historia, desperdiciando el potencial que se le supone a los hechos reales en los que se basa la película. A nosotros nos gustaría saber más sobre una época en la que muchos hombres y mujeres negras se hacían pasar por blancos para sobrevivir en territorio hostil. La película está rodada con tanta exactitud y cuidado asépticos que se olvida de involucrarse en lo que cuenta. Un tema tan visceral no se puede abordar desde la elegancia.