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Críticas de cine

Crítica de Scarecrow, de Dmitry Davidov

Valentina Romanova-Chyskyyray protagoniza este film dramático con tintes de fantasía

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3/5

Es difícil elegir un film entre todos los que nos ofrece el catalogo online del festival TerrorMolins. Por 17 euros tenemos muchas películas del mismo en Filmin, ordenadas por categorías y argumentos más que interesantes. Pero está claro que en la vida hay que elegir, y vista la nota que le habían dado los usuarios de la plataforma me lancé a ver ScareCrow, una película rusa cuyo argumento me llamó la atención. ¿Fue una buena decisión? Hay matices al respecto.

Scarecrow es un drama con tintes de fantasía

El primer punto es que el contexto en el que se encuentra da lugar a un equivoco muy importante: En Scarecrow no hay terror como género, aunque si un drama muy profundo. La cinta nos cuenta la historia de una mujer a la que todo el mundo en el pueblo rechaza: marginada, siempre bebiendo y llena de condiciones difíciles. Sin embargo, cada vez que esa gente tiene un problema, recurre a ella. Es una especie de curandera, crea rechazo y fascinación a partes iguales. Y con este punto de partida, se va creando una atmósfera y un misterio que aguanta durante sus 72 minutos de metraje.

Sin duda el punto fuerte de la película es la construcción del personaje protagonista y el universo que la rodea: la atmósfera misteriosa y a la vez brutalmente real la hacen elevarse por encima de todo lo demás. Para eso, la dirección de Dmitry Davidov es clave. Igual que las pinceladas que el propio director imprime desde su libreto: la importancia de dar poca información.

Costumbrismo en un ambiente hostil

El frío que se respira en las localizaciones de Scarecrow no es casual: es un reflejo de todo lo que siente la protagonista, y de la actitud hipócrita de todos sus vecinos. Vemos cómo se visten con capas y capas de ropa, el alcoholismo no es una mera coincidencia… Y son detalles que también se ven apoyados por la realización.

Los planos estáticos, largos, que nos sitúan a cierta distancia de la acción… Nos colocan a menudo fuera de la historia, para que seamos testigos de los que pasa, pero tengamos que tomar partido. Sin empatizar, queremos saber qué es exactamente lo que está pasando, y nos preguntamos qué haríamos nosotros en esa situación. ¿Intervendríamos? Nos ponen frente a frente con una realidad desagradable, pero que respira verdad, que podría ocurrir, y tenemos que decidir. ¿Ayudar? ¿Mirar a otro lado? Se trata de una ficción, y tiene toques de fantasía que se van desvelando según pasan los minutos, pero todo resulta cercano.

Idea frente a ritmo

Para que todo lo expuesto anteriormente funcione, tenemos que ver a esta mujer en su día a día, ver que el patrón se repite, cómo de cansada está, y como a pesar de su drama, continúa luchando. Al hacer esto, se sacrifica el ritmo.

Nos encontramos con un metraje contemplativo, lleno de segundos de acciones erráticas, alargadas. Apoya la idea que se quiere transmitir, pero sacrifica el entretenimiento por ello. Aún así, consigue alcanzar su objetivo, y ofrece una película de 72 minutos, que al menos no se nos hace larga.

La interpretación que Scarecrow necesita

Scarecrow es una película de personajes, y sin duda, la interpretación principal es lo que sustenta el film. Valentina Romanova-Chyskyyray es la encargada de dar vida a una mujer atormentada por muchos motivos, y en ningún momento dudamos de su veracidad. En ningún momento desentona y pensamos en la vida que puede llevar esa mujer fuera de la pantalla. Nos creemos que lo que está recogido en ese frame es real, que su sufrimiento es real, y que sus decisiones son reales. Eso hace que el dilema moral se eleve y nos interese.

Ella es la protagonista, pero el resto de personajes que van relacionándose con ella están al mismo nivel. Se crea una armonía que entre todos los elementos parece casi un documental, pero sin tener ningún elemento relacionado con este género.

La fantasía como herramienta para el drama

En Scarecrow los elementos fantásticos están, pero se pasa de puntilla por ellos. Al final, a la historia no le hacen falta los detalles escabrosos, y cuando podríamos tener más información sobre lo que ocurre, cambiamos de escena. Todo se deja en el aire en cuanto a la ficción se refiere, pero lo que simboliza esa situación, su metáfora, se trabaja muy bien.

Los problemas de los demás siempre son más fáciles de solucionar, ya que se pueden ver con cierta perspectiva. Es lo que nuestra protagonista hace, sin embargo, sus propios problemas, tanto personales como familiares, se le escapan más de las manos.

Sus vecinos recurren a ella para buscar soluciones, pero sin embargo les encanta jugar a enumerar las cosas que hace mal con su propia vida. Por no hablar de la gente que ayuda a otras personas, tanto, que acaba llevándose esos problemas a su propia vida, hasta que les afecta en lo personal. Hasta llegar a una reflexión sobre la autodestrucción que es más que interesante.

Un drama con toques sobrenaturales

Sin duda, Scarecrow es una película diferente, que no todo el mundo podrá soportar por su escaso ritmo y puntos de giro. Pero si conseguimos llegar a sus múltiples lecturas, logrará encender un debate en nuestro interior o con las personas que nos rodean. El cine tiene ese efecto muchas veces, y hay que saber apreciarlo.

Desde pequeño llevaba las cintas de VHS al salón en vez de usar juguetes. Crecí viendo cine, estudié realización y guion. Comparto el cine, mi estilo de vida, en CasadoConElCine. Una película no acaba en la pantalla, continúa en la conversación que crea.

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