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Críticas de cine

La Chica Salvaje: sobrevivir en la marisma

El coming of age y el melodrama se unen en la adaptación de la novela homónima de Delia Owens.

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2.5/5

Sony Pictures lleva a la gran pantalla La Chica Salvaje el próximo día 30 de septiembre.

Olivia Newman (First Match) dirige esta adaptación del bestseller homónimo de Delia Owens, el libro más vendido del año 2018 en Estados unidos. Daisy Edgar-Jones encabeza el cast, acompañada de Harris Dickinson, Garret Dillahunt y David Strathairn, entre otros.

Trailer y Sinopsis de La Chica Salvaje

La CHICA SALVAJE – SONY PICTURES

La Chica Salvaje cuenta la historia de Kya, una niña abandonada que se crio hasta la edad adulta en los peligrosos pantanos de Carolina del Norte. Durante años, los rumores de la “Chica del pantano” rondaron a Barkley Cove, aislando a la astuta y resistente Kya de su comunidad. Atraída por dos jóvenes de la ciudad, Kya se abre a un mundo nuevo y sorprendente; pero cuando uno de ellos es encontrado muerto, la comunidad inmediatamente la señala como la principal sospechosa. A medida que se desarrolla el caso, el veredicto sobre lo que realmente sucedió se vuelve cada vez más confuso y amenaza con revelar los muchos secretos que yacen en el pantano.

Crítica de La Chica Salvaje

En La Chica Salvaje, Kya (Daisy Edgar-Jones), se enfrenta a un entorno hostil desde su infancia. Criada en el corazón de una zona pantanosa, rodeada por la marisma, ve como su mundo se desmorona, quedando sola y desamparada. Primero, la violencia doméstica irrumpe en su vida debido al maltrato sistemático de su padre hacia su madre. Más tarde, tras el fallecimiento de este y el abandono del hogar por parte de sus hermanos, tendrá que enfrentarse a la incomunicación y crueldad de un paraje peligroso y desagradecido.

Esta premisa sirve como escenario en el que se entremezclan distintos géneros, eso si, con poca cohesión y a menudo, de forma arbitraria. Lo que comienza como un thriller de investigación policial va tornando hacia cine judicial para terminar abrazando sin tapujos el melodrama de manual. La narrativa, muy cercana al lenguaje literario, es funcional y no se ve lastrada a pesar de la forzada interposición de segmentos con marcas estilísticas muy diferentes entre sí.

En el ejercicio de adaptar la obra de forma fidedigna, se pierde cierto aspecto puramente cinematográfico, principalmente a nivel visual. A pesar de que las set-pieces transcurren en la naturaleza, no son capaces de crear unas imágenes especialmente brillantes. Los momentos más destacables están protagonizados por planos en los que no aparece ningún ser humano. Cuando la marisma se retrata de forma casi documental, cuando la cámara sobrevuela el paisaje con intención de retratarlo de forma naturalista (como lo haría Lubezki, por ejemplo) es cuando observamos la belleza del entorno en todo su esplendor. El film plantea un diálogo enriquecedor durante el visionado que se ve eclipsado por un desempeño formal plano y redundante. Tiene los vicios y virtudes de la mayoría de adaptaciones de este calado.

Daisy Edgar-Jones en La Chica Salvaje – Sony Pictures

Trampantojo

Naturaleza es sinónimo de libertad, expuesta históricamente en la literatura y el audiovisual como un paraíso terrenal en el que se funden nuestros instintos más profundos con el entorno en una simbiosis íntima. En los parajes provistos de vegetación y fauna, la soledad es un elemento más de la comunión entre el entorno y el individuo, una puerta a la introspección y al entendimiento de nuestro propio ser. Sin embargo, la naturaleza también es salvaje e impredecible, es impasible y cruel con aquellos que no la respetan. Su vasta extensión puede ser una jaula sin barrotes para quienes no acepten las reglas impuestas por el entorno, la supervivencia depende de la gestión de sus recursos y la exploración de la misma, en ella, solo los más fuertes sobreviven.

La mayor virtud de La Chica Salvaje es su inteligente modo de jugar con las expectativas del espectador a través de los estereotipos y las construcciones sociales. Uno de los conceptos más interesantes que se ponen sobre la mesa es el contraste entre el pueblo (modernizado y con habitantes de clase alta) y la zona de marisma en la que habita la protagonista. A priori, el personaje de Kya, está desperdiciando su vida viviendo aislada de la sociedad, pero, poco a poco, descubrimos como los personajes que viven en el pueblo, frustrados e infelices, anhelan la libertad absoluta de la que Kya dispone.

Por otro lado, la obra reflexiona sobre la conexión entre la figura femenina e inocente de su protagonista y la crudeza de una sociedad retrógrada, clasista, machista y racista. El relato se sirve de estos elementos para plantear un debate enriquecedor sobre las apariencias, los prejuicios y los roles que cada uno desempeñamos colectiva e individualmente. No todo es lo que parece.

Crítico de cine, realizador audiovisual, coleccionista y analista de la temporada de premios.