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Críticas de cine

‘La hija’, el nuevo thriller contenido de Manuel Martín Cuenca

Javier Gutiérrez, Irene Virgüez y Patricia López Arnaiz protagonizan la nueva cinta del director.

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2/5

Tuve oportunidad de ver La Hija (nueva película de Manuel Martín Cuenca) en el festival de cine de San Sebastián. Cuando vi que el título pertenecía al director me alegré mucho, ya que varios de sus anteriores trabajos permanecen en mi memoria a día de hoy: el retrato del personaje de Antonio de la Torre en Caníbal me pareció intenso, pero, sobre todo, el guion de El Autor vive conmigo hasta el día de hoy. Además, la interpretación de Javier Gutiérrez era impecable. Muchos elementos para que este nuevo film me cautivara. Pero no ocurrió.

Sinopsis de ‘La Hija’

La premisa de La hija nos ofrece algo que nos apetece ver. Irene tiene quince años, está embarazada y vive en un centro de menores. Javier, trabajador del centro, le ofrece ayuda para escapar de allí: convive en una casa aislada con su mujer Adela, y están dispuestos a acogerla allí hasta que dé a luz para que luego pueda hacer su vida sin ataduras. Solo le piden una cosa: la vida que lleva en su interior, pero claro, según avanzan los días, Irene irá sintiendo anhelos de ser una madre para esa criatura, poniendo en peligro el trato.

Desde luego, aunque no todos los elementos sean originales, parece que el argumento será capaz de crear un suspense digno de aguantar sin problemas un largometraje. En cierto modo lo hace, pero hay ciertos elementos que no acompañan a semejante punto de partida.

Personajes que vemos con distancia

No hay duda de que los actores de La hija hacen un trabajo maravilloso. Destacar sobre todo el papel de Patricia López Arnaiz, que interpreta a Adela. Se respira todo lo que ocurre en su interior, su desesperación, su ira, su deseo. Sentimientos muy complejos que la película, carente de diálogos explicativos, presenta un reto para la actriz, que aprueba con muy buena nota.

Irene Virgüez, en su primer papel, aporta mucho de lo que tiene. Es cierto que a veces dudamos de su situación pasada, ya que a ratos es una chica demasiado tímida y dulce, pero aún así, nos creemos en todo momento el punto emocional en el que se encuentra y las decisiones que toma. Cosa que tampoco es nada fácil dado el carácter contemplativo del film.

Javier Gutiérrez, tal vez por lo brutal de algunos de sus papeles anteriores incluso bajo la dirección del mismo director, me ha dejado algo más frío. Hay que decir que tiene momentos en los que brilla y nos deja pensando en las intenciones exactas de su personaje, y esa ambigüedad no es solo interesante, sino que le da algún punto extra al disfrute de la cinta. Pero puede que el personaje se desdibuje en ocasiones, y ese es uno de los puntos flacos, en mi opinión, de la película.

‘La hija’ es un ejercicio de creación de suspense

Es cierto que desde el libreto de La hija hay algunas decisiones que convierten la película en una maquina de suspense. Incluso la información más necesaria se va dando con cuentagotas, haciendo que nuestra atención esté continuamente al 100%. En ese sentido se agradece, ya que es una película de las que implica al espectador, y eso siempre es algo de aplaudir.

Pero también ocurre con esto que los giros de guion lleguen más tarde de lo que desearíamos, creando una sensación de falta de ritmo. No es del todo real, ya que cosas e información se nos narran continuamente, pero este retraso en ello nos hace sentir que la película avanza muy despacio. Y no es lo único que afecta a su ritmo.

Unos personajes apáticos que ralentizan el ritmo

Al tomar cierta distancia y encontrarnos ante una película contemplativa en muchos momentos, La hija consigue que la empatía con sus personajes se reduzca. Este punto ha hecho en varios momentos que mi interés baje, deseando que el guion avanzase. El juego de miradas, de intenciones, y el subtexto que todo ello conlleva está, y además muy trabajado. El suspense existe, pero se desinfla, para mí, en este punto.

En algunos momentos ni siquiera el personaje de Irene consigue que me ponga completamente de su parte, y eso me pasó factura. Cuando no me preocupan los personajes en exceso, lo que busco es que la historia avance.

Una fotografía espectacular

El trabajo de Marc Gómez del Moral en la fotografía de La hija es sencillamente espectacular. Las localizaciones ayudan, el lugar dónde está la casa en la que ocurre la mayor parte del film es un personaje más, y se nota lo cuidado que está este tema. Pero la cámara está siempre muy bien puesta, tanto para la historia, como para que visualmente la película sea bella. Y es curioso, porque hay tenemos un gran contraste que la película explota muy bien: es inquietante, dura, cruda, no se anda con florituras, pero a la vez poética, mágica en sus planos.

El uso de la violencia me ha parecido muy interesante: justa, directa y efectiva. Un mundo lleno de dobles intenciones, de obligaciones que no se desean, va creando poquito a poco unas ganas de explosión que forman parte de ese guion que desemboca en un final que se convierte en lo mejor del visionado.

Unos minutos finales brutales

El suspense, que va creciendo a veces muy poco a poco en La hija, desemboca en unos últimos minutos que nos dejarán satisfechos. Una conclusión inmejorable para la historia, que nos da miedo tanto en el contexto de la historia, como de ciertas cuestiones que nos podemos plantear. El tiempo se sigue dilatando, pero la explosión que tanto ansiábamos llega, y sin ninguna duda de una manera brillante.

La fotografía en su mejor momento, la dirección también, y las actrices también dan lo mejor de ellas mismas y consiguen ponernos los pelos de punta. ¿Funcionaría igual de bien este final si el ritmo del nudo del film hubiese sido otro? Es una buena pregunta que a día de hoy sigo sin saber contestar.

“La hija” se cuece a fuego lento, pero funciona

Nos encontramos con una película contemplativa, que oculta la información para dejarla caer poco a poco, lo cual hace en algunos momentos que nuestra empatía con los personajes no llegue. Eso hace que el ritmo nos parezca en algunos momentos demasiado pausado, pero sentimos el aliento de la explosión que se viene continuamente detrás de nuestras cabezas. Cuando llega, nos sentimos satisfechos. Si el ritmo que La hija arrastra en su nudo es un mal menor para ese final, es una cuestión que cada uno tendrá que consultar con la almohada tras ver la cinta.

Desde pequeño llevaba las cintas de VHS al salón en vez de usar juguetes. Crecí viendo cine, estudié realización y guion. Comparto el cine, mi estilo de vida, en CasadoConElCine. Una película no acaba en la pantalla, continúa en la conversación que crea.

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