Licorice Pizza: El secreto está en la masa

Cuando Paul Thomas Anderson se encontraba en un instituto el día en el que los chicos y chicas se hacían las fotos para el anuario del colegio, vio a un joven estudiante coqueteando con la fotógrafa que le estaba retratando. Ese fue el germen de una Licorice Pizza que, después, se convertiría en una historia tan original como impredecible.

Por la puerta grande

Paul Thomas Anderson es un declarado amante de la música. Entre sus trabajos detrás de las cámaras se encuentran vídeos musicales y documentales sobre grupos tan diversos como Radiohead, Aimee Mann, Joanna Newsom, Jon Brion , Michael Penn o la banda Haim.

Para este último grupo musical, realizó además una especie de corto llamado Valentine y un making off de su canción Something to Tell You. Allí descubrió el tremendo potencial de la cantante Alana Haim a la que ofreció, a pesar de no tener experiencia en la actuación, el papel protagonista de su próximo proyecto.

La joven vocalista indie ha entrado en la industria cinematográfica por la puerta grande. Su elección ha sido todo un acierto y ya acumula más de una decena de premios por su trabajo. Su representación de una joven sin un futuro definido es, sin duda, uno de los aspectos más destacados de Licorice Pizza.

Como curiosidad, su familia en la gran pantalla es también su familia en la vida real. Sus hermanas, además, comparten con ella escenarios en la banda que lleva por nombre el apellido de la familia.

También debuta en el cine el joven de dieciocho años Cooper Hoffman. El hijo del aclamado actor Philippe Seymour Hoffman fue elegido por Anderson tras haber visto a una infinidad de jóvenes actores que le resultaban demasiado entrenados y poco naturales. Su arriesgada apuesta dio sus frutos. Hoffman fue galardonado con el premio al mejor debut por la National Board Review. Su interpretación fue también nominada en los pasados Globos de Oro aunque el premio se lo acabó llevando Andrew Garfield por Tick, Tick… Boom!

Licorice Pizza y una sucesión de sketches

Últimamente, parece haber una competición por ver quién hace la película más larga. Cada vez nos encontramos con más largometrajes que exceden por mucho la clásica hora y media. Eso, en sí, no supone ningún problema. Hay historias que requieren más que otras para desarrollarse. El problema surge cuando ese exceso de metraje no parece justificado.

Aunque el guion que firma Thomas Anderson es original y dinámico, a veces parece no encontrar un camino claro y deambula entre secuencias sin dirigirse a ninguna parte.

En Licorice Pizza nos encontramos con varias escenas que parecen un añadido en forma de sketch y cuya única justificación parece ser el hecho de que aparezcan actores de renombre en ellas. Nos referimos a las partes del film en el que aparecen Sean Penn o Bradley Cooper. Ambos están geniales en su papel pero protagonizan subhistorias que mueren en una especie de limbo sin haber demostrado el porqué de su existencia.

La banda sonora de Licorice Pizza

En Licorice Pizza la banda sonora juega un papel importante. No podía ser de otra forma si tenemos en cuenta que la película está ambientada a principios de los 70.

La música tiene el poder de transportarnos a otras épocas y lugares. Anderson lo utiliza a su favor para construir, junto a un gran diseño de vestuario y escenarios, una ambientación soberbia.

El encargado de componer la música original es el miembro de la banda Radiohead Jonny Greenwood.

El primer trailer que pudimos ver de la película a finales del verano pasado venía acompañado del clásico de Bowie, Life on Mars? El anticipo de una cinta plagada de temas míticos de la historia del rock con artistas tan conocidos como Bing Crosby, Nina Simone, Sonny & Cher, Chuck Berry, Paul McCartney o The Doors.

Nuestra opinión de Licorice Pizza

Paul Thomas Anderson dirige en Licorice Pizza una comedia dramática muy original. La historia, ambientada en los años setenta en San Diego, cuenta con una poderosa banda sonora y una ambientación cuidada e inmersiva.

Lo más destacable la cinta son las actuaciones de dos debutantes en la industria: la cantante de rock indie Alana Haim y el hijo del gran Philip Seymour Hoffman, Cooper Hoffman. Ambos derrochan una naturalidad y un magnetismo que hacen presagiar un largo recorrido en Hollywood.

Los únicos “peros” que le ponemos a Licorice Pizza son un metraje demasiado extenso en el que incluye algunas secuencias totalmente prescindibles y la sensación de falta de rumbo hacia un lugar concreto.

Sin embargo, los aspectos positivos del film son lo suficientemente atractivos como para convertir este personal ejercicio de cine en una película de las que merece la pena ver en pantalla grande.