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Críticas de cine

‘Madalena’: En terreno de nadie

Una denuncia sobre las condiciones de la comunidad trans en Brasil.

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2.5/5

El director brasileño Madiano Marcheti debuta en el largo con Madalena, una denuncia sobre las condiciones de la comunidad trans en Brasil.

Le película ha sido reconocida en algunos festivales de cine de todo el mundo como el de Guanajuato o el de Estambul y Marcheti se hizo con el galardón a mejor director otorgado por La Asociación de Críticos de Arte de Sao Paulo.

La cinta se estrena en salas españolas el próximo 9 de diciembre.

Madalena y la realidad trans en Brasil

TRÁILER DE MADALENA | REVERSO FILMS

Marcheti, abiertamente gay, ha declarado en algunas entrevistas cómo su orientación sexual influía en su sensación de no pertenecer a la comunidad de su región de manera plena. Esta película nació con la idea de contar esa experiencia. Después, fue cambiando el foco hasta posarse en la comunidad trans, una de las más vulnerables del país.

La esperanza de vida en Brasil es de 76 años. La de una persona trans es de 35 años. Esto es debido a que Brasil es el país del mundo en el que más personas trans son asesinadas. Una situación que empeoró con la llegada del presidente Bolsonaro y su discurso incendiario y abiertamente homofóbico.

Madalena en tres actos

Marcheti se crió en el estado brasileño de Mato Grosso, uno de los lugares más importantes para la agricultura en el país, y el director usa el entorno como un personaje más. La cámara recorre sus parajes en escenas de varios segundos como si nos invitara a coleccionar postales de la zona.

A nivel visual, la película es preciosa. Sin embargo el uso que Marcheti hace de la fotografía en el montaje juega en contra del ritmo de la cinta. La película acaba funcionando mejor como galería de arte fotográfica que como pieza narrativa.

La historia está dividida en tres partes diferentes, casi a modo de antología. Cada una de ellas lidia con personajes distintos cuyo único nexo común es conocer a Madalena, una persona trans a la que vemos muerta en una plantación de soja en los primeros compases de la película.

La cotidianidad y la indiferencia

Nadie parece sentir de manera dramática la desaparición de Madalena. En el primer acto, una persona va a su casa a recolectar el dinero que le debe y no la encuentra. Fin de la historia.

En el segundo, el dueño de la plantación encuentra el cuerpo y se preocupa por cómo eso puede afectarle. No sabemos qué sucede después. Fin de la historia.

La película se cierra con un grupo de amigas de Madalena que tras repartirse sus cosas se van a pasar el día junto a un río. Fin de la historia.

Todo parece tan aleatorio y el tono de denuncia es tan superficial que nos da la sensación de que Marcheti quería una excusa para, simplemente, retratar una galería de personajes. Las historias deambulan hacia ninguna parte y concluyen en un punto cualquiera, como si el director no supiera bien qué hacer con ellas.

Cuando la pantalla se funde a negro y vemos una frase que dice que Brasil es el país en el que se asesina a más personas trans y travestis del mundo, es cuando reparamos en que hemos asistido a una película de denuncia.

Quizá lo que quiere reflejar es la indiferencia social ante una situación tan desagradablemente común como es la violencia hacia la comunidad trans pero el mensaje no termina por llegarnos con claridad. De hecho, la película tendría el mismo sentido eliminando el asesinato de Madalena del guion.

Nuestra opinión de Madalena

Al ver Madalena, uno tiene la sensación de que Madiano Marcheti ha desaprovechado una gran oportunidad. La denuncia a la situación de violencia que sufre el colectivo trans en Brasil es necesaria y debe ser contundente. Sin embargo, el guion de Marcheti deambula por tantos lugares que el hecho de que Madalena haya sido asesinada acaba por convertirse en algo irrelevante. Como si el director tuviera déficit de atención y fuera incapaz de mantener la atención en lo importante por culpa de todo lo que sucede a su alrededor.

Los tres historias que forman la película, y cuya única conexión es tangencial a Madalena, son una galería de escenas comunes y personajes aleatorios que parecen haber sido pillados infraganti en medio de algo. Llegamos a su vida sin hacer ruido y nos vamos de ella de la misma manera.

Quizá la idea de Marcheti era denunciar la indiferencia de una sociedad que sigue impasible ante la violencia que sufre el colectivo trans. El problema es que la cinta está tan carente de emoción que la indiferencia se vuelve contagiosa.

Nacido en Las Palmas. Licenciado en filología inglesa. Autor del libro de relatos "Siluetas" y de las novelas "Las sombras que fuimos" y "Los alterados". Cocreador de la página de cine B Entre ninjas y lagartos. Actualmente reside en Maine (EEUU)

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