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Críticas de cine

Mediterráneo, una verdad que necesitamos ver

Eduard Fernández, Dani Rovira y Anna Castillo protagonizan este drama sobre Open Arms

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4/5

En otoño de 2015, el jefe de una empresa de socorristas, Oscar Camps, observa una foto en las noticias. En ella, observa a un niño muerto en la playa. Una imagen dura que despierta su conciencia y que le ayuda a tomar una decisión: dejarlo todo e ir a la isla griega de Lesbos, en el Mediterráneo, con el único propósito de ayudar a salvar a los migrantes de morir ahogados. Lo que se encuentra allí junto a su compañero Gerard Canals les cambia la vida, y tras su experiencia, acabarán montando la ONG Open Arms.

Ese es el argumento de la película Mediterráneo, pero también es la historia real que dio el pistoletazo de salida a una ONG que ha sido una de las que más ha ayudado en el drama que se vive en las costas europeas. ¿Era necesaria una ficción sobre esto? Lo queramos o no, el cine tiene una fuerza tremenda para comunicar, mover nuestros sentimientos y hacernos reflexionar. Por lo que, ese punto, se lo lleva. Una película que está moviendo mucho al público, y eso, ya es un regalo.

Un guion respetuoso siempre ayuda

Los encargados de adaptar esta historia real han sido Marcel Barrena, que es también el director, y Danielle Schleif. Era realmente importante hacer una película que funcionase, no sólo contarnos lo que pasó, por lo tanto, necesitamos elementos dramáticos que enriquezcan la ficción. Los personajes tienen sus problemas, su complejidad, su pasado, y eso también lo vamos descubriendo. De esta manera disfrutamos de las cosas que buscamos en un film, pero también vamos siendo testigos de las cosas que de verdad importan: las víctimas y ser conscientes de la ayuda que necesitan.

Desde el texto en papel sin duda se respira el respeto por estos personajes que lo dejaron todo para seguir su vocación como socorristas, y a pesar de que la situación les quedaba grande, les superaba, siguieron adelante. Esa historia de superación es emocionante. Pero, aunque necesitemos unos protagonistas, si que siento que me hubiese gustado más hincapié en las víctimas, sus historias y su conflicto. Más contexto sobre sus razones para cruzar, para jugarse la vida a cruzar el mar con niños y gente mayor.

Nos ofrecen una historia de una madre que espera a su hija, que acaban siendo relevantes para la trama. Sí, es emocionante, y sí, nos dicen que su pequeña parcela en la película simboliza y unifica muchas de las historias de toda esa gente. Aún así, me sabe a poco, y siento que nos perdemos en los protagonistas, que se lo merecen, pero a la vez, nos olvidamos de los que verdaderamente importan.

La fuerza de los personajes de Mediterráneo

De todos modos, la historia de los protagonistas es suficientemente interesante como para mantenernos pegados a la pantalla durante la proyección de Mediterráneo. No son únicamente héroes, son imperfectos, tienen un pasado convulso, y eso hace que sea más fácil empatizar. Desde luego, el papel de Eduard Fernández es el más completo, el que más arco tiene, el que más evoluciona. La actuación del propio Eduard ayuda a que queramos saber más de él.

Anna Castillo, que hace de su hija, también aporta algunas escenas brillantes, y empatizamos con el dolor que ella siente al conocer la situación. A través de ella nos llega la frustración de no poder hacer más. Llega además de una manera diferente y descubrimos su personaje poco a poco, lo cual le da más ritmo a los 100 minutos que dura la película.

Es innegable que Dani Rovira es una persona carismática. Mucha gente sigue su trayectoria y ve las nuevas películas en las que participa. En este caso, le tenemos en un papel dramático. Antes le habíamos visto en 100 metros, también de Marcel Barrena. Aunque hace algún chiste, no deja de ser un papel dramático. Pero su personaje es el menos desarrollado y, tal vez, el que más huele a cliché. No siento una realidad en su parte: de todo se huele el guion detrás. Sólo quiere volver con su familia, se cansa, pero se mantiene… Además, solo tiene una escena en la que de verdad se le deja sacar todo lo que tiene dentro.

Una dirección en la sombra

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Mediterráneo | Imagen cedida por DeAPlaneta

Lo más inteligente a la hora de dirigir un proyecto como Mediterráneo es sin duda que la huella que hay detrás del proyecto se note lo menos posible, dejar paso a la historia, a la narración, a lo que de verdad importa. Marcel Barrena lo sabe. No hay declaraciones de estilo agresivas, sino únicamente el interés de transmitir un mensaje. Hay escenas de salvamento complicadas, pero no nos paramos en ellas más que un dialogo relevante. Se dirigen con naturalidad, desde dentro. Pero nada es espectacular de más, no quiere perder de vista lo que importa de verdad.

Sabe dotar de ritmo a la historia, haciendo que las escenas sean muchas y rápidas. Los personajes van descubriendo la situación a la vez que nosotros vamos perdiéndonos en el mundo creado por el equipo, que se encarga de que todo sea creíble, que no es poco. Las localizaciones, el vestuario… Son cosas que pasamos por alto porque están muy bien integradas y estamos interesados. Eso es muy bueno.

Técnicamente cumple con su cometido

Podría haber pasado que las escenas de rescate en el mar resultasen artificiales, ya que no es logísticamente sencillo rodar algo así. Pero los momentos que son necesarios para el drama están muy bien ejecutados: cuando llegan al lugar de los hechos tras una llamada, y el plano se abre y ven toda la gente que está en el mar a la deriva, es totalmente verosímil y pone los pelos de punta.

El uso de la música es emocionante, y aunque sea un recurso que mal utilizado puede equilibrar la balanza hacia la sensiblería barata, aquí no le ocurre. La historia es dramática, y lo tenemos continuamente delante de nuestros ojos. La película utiliza todos los recursos posibles para mantenernos con la alarma encendida, pensando que de lo que estamos siendo testigos es ficción, pero ocurrió realmente.

Mediterráneo es una película que guste más o menos, hace mucho bien

Lo que está claro es que una historia como la de la gente de Open Arms tiene que ser escuchada, conocida y asimilada. No por ellos, sino por lo que ellos tratan de hacer. Si ellos existen, es porque hay un conflicto humanitario con el que todos deberíamos estar sensibilizados. Algunos conocerían bien la actividad de esta organización, pero otros, seguramente, habrán agradecido ver esta ficción para llegar a la verdadera historia. O tal vez no, a veces es más fácil la ignorancia que tener que mirar dentro de nuestra alma y tomar una decisión.

Pero por eso una ficción como Mediterráneo es tan necesario, por que muchas veces la realidad supera a la ficción, pero la ficción, muchas otras, hace accesible esa verdad. Una retroalimentación justa que en este film se da sin lugar a dudas. A nada que el 30% de los espectadores de la película entren después en internet a buscar información, el éxito será rotundo.

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Desde pequeño llevaba las cintas de VHS al salón en vez de usar juguetes. Crecí viendo cine, estudié realización y guion. Comparto el cine, mi estilo de vida, en CasadoConElCine. Una película no acaba en la pantalla, continúa en la conversación que crea.

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