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Críticas de cine

Otra ronda: una experiencia cinematográfica única

La aparente sencillez de su apartado técnico no impiden que disfrutemos de una de las grandes películas del momento

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4/5

Este mismo mes llegó a las salas “Otra Ronda” (“Druk“, “Another Round“), la nueva cinta de Thomas Vinterberg que tanto interés ha creado entre el público. Esta obra cuenta con Mads Mikkelsen como protagonista, quien una vez más vuelve a dejar constancia de su gran talento interpretativo.

La idea del film surge a partir del borrador de una obra de teatro el director había escrito. Su propia hija no dejaba de presionarle para que llevase el proyecto a cabo. Fruto de dicha presión nació una cinta cuyo éxito en crítica ha superado cualquier tipo de expectativas.

Durante la filmación de “Otra Ronda“, el director decidió experimentar con los efectos de la bebida junto a los actores buscando dar más realismo a la cinta. Esta fue una de las decisiones que poco a poco fueron dando forma a la película de que hablaremos hoy.

“Otra ronda” es un experimento cinematográfico

La película comienza con una escena en la que podemos ver una carrera en un lago. El ganador de dicha competición será aquel que llegue a la meta mientras aguanta los efectos del alcohol.

Bajo esta interesante premisa se nos muestra uno de los mejores experimentos cinematográficos del pasado año, en la que los personajes lo son todo.

Tras su escena inicial conocemos a Martin, un profesor de instituto que pasa desapercibido por el resto de sus alumnos. Esto cambiará cuando decide, junto a tres de sus compañeros, realizar un experimento sobre la influencia del alcohol sobre ellos.

En una película como esta la labor actoral es de suma importancia. Es por ello que no sorprende un resultado final tan exquisito. Los protagonistas consiguen que te metas de lleno en la trama, que se desarrolla de manera pausada pero efectiva, con un guion consistente y que mantiene la intriga sobre cómo avanzará el experimento. A esto último se le suma una evolución de personajes bastante notable, que acompaña a la perfección cada las escena hasta llegar al final, que sin duda está a la altura de la obra que se nos presenta.

La naturalidad como bandera

Hay que tener en cuenta que el director es cofundador del movimiento Dogma 95 , el cual pretendía devolver esa naturalidad que el cine había perdido.

Como viene siendo normal en las películas de Thomas Vinterberg, nos encontramos con un apartado técnico bastante sencillo . Las escenas fueron grabadas cámara en mano, lo que dota de gran realismo al resultado final, dando la sensación de que acompañamos muy de cerca a los protagonista durante toda la cinta. Además, el director de fotografía Sturla Brandth Grøvlen trabaja una iluminación que es también bastante natural, como si de un documental se tratase. La suma de todos estos factores hacen que, como espectadores, nos metamos muy dentro de esta fantástica historia.

¿Y qué decir de la banda sonora compuesta por Mikkel Maltha? En este caso encaja como anillo al dedo a una producción llena de momentos intensos, especialmente con el desenlace, en donde además hace aparición la canción What a Life, consiguiendo que esa escena final quede en nuestros recuerdos durante mucho tiempo.

En definitiva, nos encontramos ante una experiencia cinematográfica única en la que los actores sobresalen en cada escena. No ha sido mi película favorita de este 2021, desde luego. Sin embargo sí que se me ha antojado una experiencia que recomendaría sin ninguna duda a los seguidores del director