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Críticas de cine

Silent Land: Silencio cómplice

La película llegará el próximo 13 de enero a las salas españolas.

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3.5/5

Tras haber trabajado como ayudante de dirección en varias producciones, la directora polaca Aga Woszczynska escribe y dirige Silent Land, una disección humanista de la apatía de la clase media europea.

La película se estrenó en el pasado festival internacional de cine de Toronto con un gran recibimiento de una crítica especializada, que llegó a comparar a la directora debutante con directores de la talla de Antonioni o Haneke.

La película llegará el próximo 13 de enero a las salas españolas.

Silent land y la respuesta a la tragedia

TRÁILER SILENT LAND | REVERSO FILMS

No hay nada más perturbador que una respuesta emocional discordante en un contexto determinado. Una risa o un llanto fuera de lugar es sinónimo de desequilibrio mental. La reacción de la pareja protagonista y de su entorno a la tragedia que acontece ante ellos es un claro símbolo de la enajenación de una Europa impasible ante el drama de la inmigración ilegal.

Lo más terrorífico de la cinta de Woszczynska no es la muerte en sí, sino la cotidianidad con la que todo continúa. La tragedia queda reducida a un incómodo contratiempo con el que lidiar antes de seguir con las vacaciones.

La mirada de Aga no se centra tanto en las instituciones y su manera de gestionar los procesos sino en unos protagonistas que parecen desorientados y sin capacidad de reacción. Ciudadanos de primera observando desde su atalaya a los ciudadanos de segunda.

La erosión de las relaciones

No importa cuánto miremos hacia otro lado. Solo el mero hecho de ser conscientes de lo que sucede a nuestro alrededor deja poso.

Uno podría pensar que Adam (Dobromir Dymecki) y Anna (Agnieszka Zulewska) pueden seguir adelante inmaculados y sin manchas emocionales pero tras su desconcierto inicial, empiezan a aflorar las diferencias.

La cámara de Woszczynska se coloca frente a ellos y espera con paciencia, como el que observa un bloque de hielo derretirse al sol.

Es en este proceso en el que observamos un cierto halo de esperanza, una reacción tardía aunque dispar mediante la que Silent Land nos dice que aún tenemos tiempo.

El ritmo necesario de Silent Land

Todo en Silent Land está al servicio de sus personajes y su desarrollo. El hecho de estar de vacaciones en un país extranjero y en una villa algo apartada acrecienta su sensación de soledad y aislamiento. También lo hace la exposición a varios idiomas diferentes. Ambos se sienten aislados cuando se habla italiano a su alrededor y él, cuando su mujer habla francés con algunos de los habitantes del pueblo. Unas situaciones que van anticipando el distanciamiento entre marido y mujer, según se van desarrollando los acontecimientos.

Silent land es una disección paciente y quirúrgica de sus personajes. Un viaje tan catártico como destructivo en el que el camino se recorre más por dentro que por fuera.

Nuestra valoración de Silent Land

El debut de Aga Woszczynska en la dirección sorprende por su madurez. El humanismo que destila su mirada ayuda a desarrollar una historia dura y crítica con la pasividad de la Europa contemporánea ante el drama de la inmigración. Lo hace desde lo personal y emocional, bajando a las trincheras del alma humana más que mirando hacia las altas instituciones.

Silent Land es una película reflexiva en la que mirarnos. Un espejo sin filtros que la directora polaca nos invita a observar con sentido crítico y sin excusas.

Nacido en Las Palmas. Licenciado en filología inglesa. Autor del libro de relatos "Siluetas" y de las novelas "Las sombras que fuimos" y "Los alterados". Cocreador de la página de cine B Entre ninjas y lagartos. Actualmente reside en Maine (EEUU)