Críticas de cine
The innocents: los renglones torcidos de la infancia
La cinta de terror de Eskil Vogt llega a las salas españolas el 30 de septiembre
El noruego Eskil Vogt dirige The innocents, una cinta de terror psicológico sobre cuatro niños con ciertas habilidades especiales que coinciden un verano en los suburbios de Oslo.
Hemos tenido que esperar un tiempo desde que la película se estrenara en la sección Un Certain Regard del festival de Cannes de 2021 y participase en el Festival de Sitges del mismo año.
Voght, que empezó en la industria como guionista para el director Joachim Trier, ya ha probado (y con mucho éxito) lo que significa dirigir. The innocents es su segunda película tras las cámaras, después de Blind en 2014.
The innocents y su atmósfera
Uno de los aspectos más destacables de The innocents es su capacidad para generar una atmósfera de terror sin usar los elementos típicos del género. Lo hace a través de una cuidada presentación de sus personajes principales. A medida que vamos sabiendo de lo que son capaces y se van definiendo sus rasgos de personalidad, nos vamos preparando para lo que puede suceder ante nosotros.
No hay espacios cerrados, no hay oscuridad, ni golpes de efecto apoyados por música estridente. Todo se va gestando al aire libre y a plena luz del día. Por eso, la propuesta de The innocents es tan atractiva y novedosa como efectiva.
Inocencia infantil
El título de The innocents no deja de ser paradójico. La inocencia que se le presupone a la infancia brilla por su ausencia en el guion de Vogt.
La película empieza con un viaje por carretera en coche. En su interior, una niña de rostro angelical pellizca en la pierna a su hermana con trastorno autista. Lo hace con fuerza mientras se asegura de que sus padres no la están viendo.
Es una poderosa forma de romper, desde los primeros compases, con nuestra concepción del mundo infantil. Vogt nos presenta a una protagonista con la que no podemos empatizar y la enfrenta a una némesis que no lo es tanto. La angustia en el espectador surge de la dificultad de posicionarse claramente y de no tener ningún personaje al que agarrarnos emocionalmente.
El papel de los adultos
Todo en The innocents sucede ante la mirada ausente de los adultos. Es evidente que Vogt sitúa la cámara en los ojos de los niños protagonistas porque es lo que le interesa de la historia. Un foco premeditado que no pierde en ningún momento. Ni siquiera, cuando las cosas se ponen serias entre los más pequeños.
Todo sucede ante la mirada ausente de unos adultos que no terminan por conocer realmente a sus hijos o que están más ocupados lidiando con las dificultades del día a día.
En palabras del propio Vogt: “quería explorar la magia que surge cuando los niños juegan y desaparece cuando están junto a los adultos”.
The innocents y la división de opiniones
Por todo lo que hemos expuesto en este artículo, The innocents es una película muy particular.
Cuando una historia no se ajusta a los cánones clásicos de una industria que tiende, por desgracia, a homogeneizar sus productos, el debate está servido.
Algunos critican su ritmo pausado, la acusan de inspirarse en otras producciones anteriores de mejor calidad o la acusan de culpar a los niños de unos problemas derivados de la mala actuación de los adultos.
En mi opinión, el ritmo es el adecuado para ir definiendo el tono y la atmósfera. En cuanto a la inspiración, es cierto que hay muchas películas protagonizadas por niños retorcidos pero en este caso, la falta de adultos en la historia de Vogt le da a la cinta la posibilidad de explorar lugares diferentes.
Nuestra valoración de The innocents
The innocents es una historia de terror con elementos poco convencionales. La cinta de Vogt está más cerca del cine de autor que de los clichés del género. En el ritmo y el tono podría ser comparable a la Déjame entrar de Tomas Alfredson. Como en esta, The innocents construye su universo mediante el desarrollo de unos personajes tan oscuros como perturbadores.
Las actuaciones de los niños protagonistas son tan poderosas que son capaces de provocar en el espectador y desde los primeros compases, una incomodidad que se ve va transformando en tensión según va desarrollándose la historia.
Vogt es capaz de construir una habitación en la que las paredes se van cerrando lentamente, dejándonos cada vez con menos espacio para respirar.
