Críticas de cine
Tori y Lokita: la deshumanización de Europa
Un drama sobre infancia e inmigración en el corazón de Europa.
Los hermanos Dardenne vuelven a su activismo social con Tori y Lokita, un drama sobre infancia e inmigración en el corazón de Europa.
La película se estrenó en el pasado Festival de Cine de Cannes donde se hizo con el premio especial del setenta y cinco aniversario.
Su estreno en España está programado para el próximo 11 de noviembre.
Los Dardenne y su compromiso de denuncia
Los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne llevan casi treinta años entregados a historias de denuncia. Si una cosa han tenido siempre clara es que para conseguirlo debían contar con un control total de su obra. Así nacieron las productoras Dérives, Films Dérives Productions y Les Films du Fleuve. Una estructura que les garantizaba trabajar fuera de las presiones de la industria y poder contar lo que quisieran y cómo quisieran.
De la sensibilidad de su mirada artística han nacido joyas como Rossetta (1999) y El niño (2005), ambas ganadoras de La Palma de Oro en Cannes. Las únicas dos producciones belgas en hacerse con tan prestigioso galardón.
¿Qué tienen en común películas como La promesa, El silencio de Lorna, El niño de la bicicleta, Dos días, una noche, La chica desconocida y El joven Ahmed? Todas ellas lidian con personajes marginales en situación vulnerable que son maltratados por una sociedad injusta. La mayoría de las veces, en su infancia o adolescencia.
La universalidad de Tori y Lokita
Europa no pasa por su mejor momento. El Brexit y el aumento de partidos anti europeístas hacen tambalearse una unión que nunca se sintió como tal. Dentro de este marco, las gestiones institucionales que se han hecho de las crisis migratorios recientes han recibido críticas de muy diversos estamentos.
Ese es el contexto que los hermanos Dardenne, siempre certeros a la hora de desnudar nuestras vergüenzas sociales, eligen para contarnos la historia de dos inmigrantes adolescentes a los que la indefensión convierte en la presa fácil de gente sin escrúpulos.
No hay lugar para la redención en el libreto escrito por los cineastas belgas. Sus protagonistas Tori (Pablo Schils) y Lokita (Mbundu Joely) son maltratados por igual por las mafias y los servicios sociales y obligados a recorrer un camino marcado con destino a ninguna parte.
La historia se sitúa en la Bélgica actual pero, desgraciadamente, en cualquier otra ciudad de Europa funcionaría de la misma manera. Una historia pequeña con aroma (más bien tufo) universal.
Veracidad como bandera
Las películas de los Dardenne buscan contar una realidad sin adornos ni artificios. Las historias en las que eligen poner el foco refuerzan su forma de ver el mundo, de manera cruda y sin edulcorar y es evidente que buscan remover conciencias.
Ambos cineastas tienen una amplia experiencia en la realización de documentales y eso se ha transmitido a sus historias de ficción. El uso de cámara en mano y de la luz natural siempre que sea posible dan a sus trabajos un tono de veracidad a corazón abierto. A eso también contribuye el trabajo de Pablo Schils y Mbundu Joely. Dos adolescentes sin experiencia en la industria que cumplen con solvencia con sus papeles.
Como espectadores, tenemos la sensación de que los Dardenne han agarrado una cámara y han salido a explorar con ella el mundo. La pantalla del cine se transforma en una ventana a la que los cineastas nos invitan a asomarnos.
Nuestra valoración de Tori y Lokita
En Soy de cine somos amantes del cine que sirve para sacudir conciencias. Una poderosa herramienta de denuncia que los hermanos Dardenne utilizan con maestría en Tori y Lokita.
La película acompaña a dos adolescentes inmigrantes que sufren para adaptarse a una sociedad que no se lo pone nada fácil. La historia esconde tras su simpleza, un enfado evidente con esta Comunidad Europea tan llena de injusticias sociales.
Tori y Lokita es una película dura y nada amable, que desborda amor y respeto por sus personajes protagonistas. La cámara los acompaña mientras radiografía una Bélgica actual y hostil al extranjero y que bien podría ser cualquier otra ciudad del viejo continente.
